TRATADO
DE LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
POR EL VENERABLE SIERVO DE DIOS
LUIS MARÍA GRIGNION DE MONTFORT
MISIONERO APOSTÓLICO FUNDADOR DE LA CONGREGACIÓN DE MISIONEROS DE LA COMPAÑÍA DE MARÍA Y DE LA CONGREGACIÓN DE LAS HIJAS DE LA SABIDURÍA

TRADUCIDO DE LA 8.ª EDICIÓN FRANCESA POR
RAMÓN MARÍA DE ARAIZTEGUI
Juez de primera Instacia

HABANA, IMPRENTA DE CASA-NOVA E HIJOS, LAMPARILLA 23. 1885




INTRODUCCIÓN DEL TRADUCTOR

Ciertamente; no se puede decir de España lo que de su país dice el Reverendo Padre Faber en su introducción a esta obra, a saber, que la devoción a la Santísima Virgen es poco predicada y débilmente practicada. ¿Quién ignora que ningún país recibió cual ella tan privilegiada muestra de amor de la Santísima Virgen María, que viviendo aún en la tierra se dignó visitar nuestra patria en las orillas del Ebro en Zaragoza, transportada desde el Oriente por los ángeles? ¿Y quién ignora tampoco la promesa de protección y duración de la fe que entonces hizo María al aparecerse al apóstol

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INTRODUCCIÓN

Santiago y sus pocos discípulos para la ciudad de Zaragoza, para el reino aragonés y para toda la España? ¿Y quién por fin ignora que ha sido España tan fiel a la Santísima Virgen, que su devoción ha sido tan continua, tan general y tan ferviente, que desde los más remotos tiempos creyó en su inmaculada Concepción, y la veneró y adoró en este misterio? ¿Y qué pueblo, Cortes del Reino y Reyes la proclamaron Patrona de España y de las Indias y solicitaron y obtuvieron de la Santa Sede el privilegio de invocarla en la letanía lauretana «madre inmaculada»?

Con esto queda manifestado que en España han abundado los predicadores de María, los escritores sobre María y los devotos de María, mas esto mismo nos impulsa a dar a luz esta traducción por la convicción de que los católicos españoles han de agradecer la publicación de un libro

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DEL TRADUCTOR

más sobre su esclarecida y amada Patrona.

Nos ha impulsado a esta traducción (siquiera sea muy imperfecta) nuestro amor a María Santísima Inmaculada, el deseo de afirmar, aumentar y extender su devoción, y de dar a conocer esta obra, que tiene un gran interés de actualidad, dadas las inmensas creces que ha tomado esta devoción a María desde la declaración dogmática de su Concepción inmaculada, y los acontecimientos que se van desenvolviendo en todas las naciones europeas, en que los pensadores graves han puesto, como se dice ahora, sobre el tapete la gran cuestión de si estaremos entrando en los últimos tiempos. El autor de las «Voces Proféticas» dice hablando del autor de esta obra, declarado ya venerable y en vías de beatificación, lo que sigue: «Lo que llama nuestra atención acerca del venerable

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INTRODUCCIÓN

Grignion de Monfort es una de sus profecías bien digna de considerarse en el día de hoy, porque da en ella como señal de la aproximación de los últimos tiempos la venida de grandes santos que serán igualmente grandes servidores de María»… y más adelante añade: «Por nuestra parte, esperamos que la época de los grandes servidores de María está en su aurora». ¿Qué vemos nosotros, en efecto, no lejos de nosotros y aun alrededor nuestro en la Santa Iglesia? Ved aquí a San Alfonso María de Ligorio [1696-1787], que ha predicado tan alto las glorias de María, de quien fue uno de sus más devotos hijos; poco después de él, al venerable Juan Bautista María Viauney cura de Ars [1786-1859], siendo a su vez el hijo y el apóstol privilegiado de María; y delante de nosotros a Juan María Mastar, después Pío IX, el Papa de la Inmaculada Concepción,

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DEL TRADUCTOR

el INFALIBLE; ¿no son ellos, por cierto, los dignos precursores de los grandes servidores de María, la esperanza y la salud de nuestra época? ¿Cuántos otros personajes no podrían nombrarse a ejemplo de esos apóstoles de la devoción a María? Si nuestro siglo es el siglo de María, ¿no lo es tanto por el celo que corresponde a los beneficios de la madre de Dios como por las gracias que no cesa de colmar a la Iglesia en estos tiempos por siempre memorables? ¡Cuántos dignos obispos y sacerdotes, religiosos y religiosas, cuántos fieles de todos los rangos y condiciones se han hecho los campeones de la Reina de los cielos en letras, artes, ciencias, como en obras de celo de todo género! El terreno está preparado; de aquí en adelante puede producir esos cedros del Líbano de que habla el venerable Grignion de Montfort.

Antes de ahora, siempre, como advierte

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INTRODUCCIÓN

el R. P. Faber ha sido devoción especial de los misioneros la de María, considerada en sus dolores, y ha sido también la devoción más popular entre los católicos, ya porque las lágrimas y los dolores inspiran especial simpatía de atracción en los corazones tiernos, ya porque parece se nos acerca más la madre: de Dios vestida de la mujer” de los dolores, que adornada de los deslumbrantes esplendores de la Inmaculada Concepción; pero natural y lógico es en el orden cristiano, que desde la declaración dogmática de este misterio se aumente la devoción a María, ya en el misterio de su Concepción sin mancha, ya en sus dolores, porque antes pudo inspirarla bien el espectáculo de María al pie de la cruz en fuerza de ese sentimiento de ternura, cuya influencia era en efecto tanta, que una vez me decía un militar de alta graduación que en ninguna cosa veía él

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DEL TRADUCTOR

mejor la grandeza del culto católico y la divinidad de la Iglesia cristiana, que en María al pie de la Cruz, teniendo a Jesús muerto en sus brazos, y que así jamás entraba en acción sin invocar a María dolorosa, y siempre traía al cuello una medalla suya; pero así y todo había lugar a creer que María padecía allí para lavar propia o propias culpas, mientras que declarado dogma de fe que fue concebida sin mancha de pecado, y que por lo tanto no tenía que espiar culpas propias y no padecía por sí o para sí, al ver a María al pie de la cruz, sintiendo pasar y repasar dentro de su corazón oleadas de dolores sin medida y sin término de comparación, la contemplamos padeciendo por nosotros, porque si privilegiada fue por Dios con ese don inestimable para que fuese digna habitación de su Hijo, ya que por ser madre del Redentor y Salvador Jesús

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INTRODUCCIÓN

había de estarle íntimamente unida en todo, formando sus dos corazones un solo corazón, Y padecer con Él cuanto de padecer había para rescatar al género humano del pecado, y ya que en los eternos designios de Dios desde el principio había de estar pensado hacerla madre de los hombres, madre misericordiosa, refugio de los pecadores, consoladora de los afligidos, auxilio de los cristianos, puerta del cielo, fue al mismo tiempo hecha Inmaculada para que fuese madre nuestra y madre que padeciera lo que ninguna madre ni todas las madres juntas son capaces de padecer, para tener en sus dolores un tesoro de méritos que ceder en favor nuestro al interesarse por nuestra salvación con su divino Hijo en el Cielo. Así es que encierra profundo sentido la frase que en su rezo de la Inmaculada Concepción usa la Iglesia, diciendo: «Inmacula conceptio tua,

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DEL TRADUCTOR

Dei gantrix virgo, gaudinum anuntiavit universo mundo». Tu concepción inmaculada, virgen madre de Dios, fue nuncio de alegría al universo mundo, porque ya con certeza indeficiente sabemos que tenemos en Ella una OMNIPOTENCIA SUPLICANTE, y ¿quién no se conmueve ahora más que antes al contemplar a María, madre de Dios y madre nuestra, padeciendo tanto por nuestro bien durante su vida toda? Su esposo José, unido a Ella para que fuese su custodio y custodio de Jesús, fue arrebatado de la vida dulcemente antes que llegara la época de padecer; pero María había de acompañar a Jesús hasta la cima del Calvario, y aun después de la muerte de Jesús y de su gloriosa ascensión al cielo, había de quedar en la tierra padeciendo en sus hijos adoptivos, porque habría de regir y consolar el rebaño paciente de Jesús, hasta dejar bien cimentada

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INTRODUCCIÓN

su Iglesia, por lo cual se la llama y con razón Co-Redentora nuestra, e Iglesia. ¿Qué de particular hay, pues, en que crezca la devoción a María? ¿No es muy natural y lógico, como antes hemos dicho? Verdaderamente, comprendemos que por ceguera del error se nieguen muchas cosas de nuestra religión; pero no acertamos a comprender que se rechace a María Inmaculada y Dolorosa, madre nuestra al mismo tiempo que Madre de Dios. «Convenía, dice Augusto Nicolas, que Dios se hiciera hombre, porque Dios Padre estaba demasiado alto para que el hombre se llegase a Él: hecho hombre, viéndole en nuestra figura, pasando por las miserias y dolores de nuestra vida, nos es fácil llegarnos a Él cuando nos llama diciendo armoniosamente: «Venid a Mí que soy manso y humilde de corazón, venid los que estáis cargados y yo os aliviaré»,

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DEL TRADUCTOR

y a esto se puede añadir que convenía también que para llegar a Jesús tuviésemos a María como lazo de unión por su común maternidad, para llegarnos a Jesús por su intermedio: porque habiendo desoído y despreciado una y mil veces ese llamamiento amoroso de Jesús, habiendo sido tan ingratos con Él, ¿cómo atrevernos a presentarnos directamente por nosotros mismos, solos, a Jesús? ¿No es mejor tener quién a Él nos presente y quién en sus manos ponga el memorial de nuestras peticiones con los méritos poderosos que Ella tiene? ¿Es lógico, pues, es natural rechazar el amor de la Virgen, el culto de la Virgen, la devoción a la Virgen? Y sin embargo, más rabia han tenido siempre los herejes y los protestantes y los incrédulos a la Santísima Virgen, rabia que tan feroz se mostró en aquel desgraciado que asesinó al Sr. arzobispo de

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INTRODUCCIÓN

Paris en el templo de Santa Genoveva por odio a la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción ¡Desgraciados que rechazan a una madre, que les llama con los brazos abiertos para presentarlos o su divino Hijo ofreciéndose fiadora de ellos!

He aquí porqué anhelamos y deseamos contribuir a que se afirme y se enfervorice en los creyentes esta devoción a María, y que se extienda a mayor número, para que, rogando todos por los pecadores, como la Santísima Virgen misma encargó en Lourdes por conducto de Bernardita, todos se conviertan por Ella a Jesús, y todos entremos en el cielo conducidos por Ella a cantar eternamente las misericordias de Dios.
¡Oh madre amorosa, madre de misericordia! por ellos, no solamente por mí, y por mi esposa y mis hijos y mis deudos

XVII

DEL TRADUCTOR

vivos y difuntos, sino por todos los pecadores, dignaos aceptar esta traducción, humilde ofrenda de un corazón que os ama, bendícelo, y mostrándote madre, ruega por todos.

R. María de Araiztegui.

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PERMISO

Renato Francisco por la gracia de Dios y la autoridad de la Santa Sede Apostólica, Obispo de Luzon permitimos la publicación del Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen compuesto por el venerable siervo de Dios, Luis María Grignion de Montfort, misionero apostólico. Creemos que esta obra es a propósito para reanimar y extender la devoción hacia la bienaventurada Virgen María, y deseamos que se propague especialmente en nuestra Diócesis, que se honra en tener por Patrona a la gloriosa madre de Dios. Los fieles de una Diócesis en otro tiempo evangelizada por el venerable Luis de Montfort leerán con delicia estas páginas en que su piadoso autor ha trazado con tanta unción y energía los sentimientos habituales de su corazón, creyendo, al leerlas, que están oyendo las tiernas instrucciones que produjeron prodigios de conversión y de salvación en gran número de diócesis de

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PERMISO

Francia cuando el fervoroso misionero predicaba en ellas la devoción a la Santísima Virgen.
Declaramos que nuestra intención no es pronunciar absolutamente nuestro juicio sobre la doctrina de esa obra: estamos persuadidos de que es en todo conforme a la voz de la Iglesia, pero nos abstenemos cuidadosamente de prevenir el juicio de la Santa Sede, a la cual acaban de someterse todos los escritos del venerable Luis de Montfort, en virtud de un proceso apostólico para la beatificación de este gran siervo de Dios. [1]

León 18 de diciembre de 1842.

RENATO-FRANCISCO
Obispo de Luzon.


[1] El proceso concerniente a los escritos ha sido juzgado favorablemente el 12 de Mayo de 1853.

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PREFACIO DEL EDITOR FRANCES

«Dios quiere que su santa Madre sea ahora más conocida, más querida y más honrada que jamás lo ha sido: lo que sin duda sucederá, si los predestinados entran, con la gracia y la luz del Espíritu Santo, en la práctica interior y perfecta que les descubriré.» [1]

Estas palabras del venerable siervo de Dios, Luis María Grignion de Montfort no pueden por menos de interesar la piedad e inspirar un vivo deseo de





[1] Tratado de la verdadera Devoción a la Santísima Virgen.—p. 35.

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PREFACIO

aprender de él esta práctica tan excelente para honrar a la Santísima Virgen. Había sido atraído, desde su tierna infancia, de un modo muy especial hacia el amor de esta Reina de los Angeles; y en una conversación que tuvo con su íntimo amigo M. Blain, dos años antes de su muerte el piadoso Misionero, le declaró que Dios le favorecía con una gracia extraordinaria, cuál era la continua presencia de Jesús y de María en el fondo de su alma. [1] Esta manifestación fue un

[1] Vida del verdadero siervo de Dios Luis María Grignion de Montfort, publicada en 1839 Paris Leclere en 8º p. 219.
Ya en 1724 se había publicado una primera vida de Montfort, por M. Grandet, cura de la Sociedad de San Sulpicio; una segunda por el Padre Picot de Cloriviere, jesuita, en 1775. Es notorio que el Venerable siervo de Dios, nació el 31 de enero de 1673 en Montfort sur Meu, perteneciente entonces a la Diócesis de Saint-Malo, hoy de Rennes, y murió el 28 de abril de 1716 en Saint Laurent sur Sévre, de la diócesis de Lugon (Vendèe) antes perteneciente a la de la Rochelle. En la

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DEL EDITOR FRANCES

misterio para M. Blain; pero su explicación se encontrará en este pequeño trabajo, en el que se verá, casi descubierto el corazón del que no conoció nombre más hermoso que el título de esclavo de Jesús en María. No pretendemos, sin embargo, que todos comprendan igualmente esta explicación. Aquí procede recordar estas palabras de la Sabiduría Eterna: Abscondísti hæc a

iglesia parroquial de Saint Laurent sur Sévre, es donde se encuentra la tumba del hombre de Dios. Cerca de esa venerable sepultura ha venido a agruparse la doble familia religiosa de Montfort, esto es: los Misioneros y los Hermanos de la Compañía de María, en 1722, y las Hermanas de la Congregación de la Sabiduría en 1720. La Hermana María Luisa de Jesús, primera Superiora General de las Hijas de la Sabiduría, falleció igualmente en Saint Laurent sur Sévre, el 28 de abril de 1759, 43 años, día por día, después de su bienaventurado Padre, El P. Mulot, primer sucesor de Montfort en el Gobierno de las dos Congregaciones murió el 12 de Mayo de 1749 en Questemberg, en donde se encuentra su sepulcro. Así han podido ambos ver los progresos y el feliz desarrollo de la doble compañía de Montfort, conocida hoy en toda la Francia.

XXIV

PREFACIO

sapientibus, et prudentibus, et revelastí ea parvulis: [1] Habéis, ¡oh, Padre mío!, ocultado estos secretos a los sabios y entendidos del siglo, y los habéis revelado a los pequeños.

Al publicar la vida del venerable siervo de Dios se ha dicho: su historia no la entenderá nunca sino un cristiano: tiene eso de común con la vida de un gran número de otros siervos de Dios. Mas diremos, tampoco comprenderá esta obrita el cristiano extraño a las máximas de la humildad y de la sencillez evangélicas, y aunque a los sabios del siglo sorprendan las lecciones de verdadera sabiduría que leerán en ella, no les será dado penetrar su sentido. Animalis homo non percipit ea quæ sunt Spiritús Dei, stultitia enim est illi, et non

[1] San Mateo XI, 25.

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DEL EDITOR FRANCES

potest intelligere quia spiritualiter examinatur. [1] «El hombre que no se rige sino por la luz natural no entiende las cosas del Espíritu de Dios; le parecen locuras porque hay que juzgar de ellas por medio de una luz sobrenatural que no posee.» Pero apresurémonos a agregar que las almas rectas y sencillas disfrutarán del maná oculto en las enseñanzas tan piadosas y tan tiernas de un sacerdote virtuoso que consumió su vida en medio de los trabajos del santo ministerio, evangelizando a los hombres. Ellas bendecirán a la divina Providencia que les ofrece este tesoro. Ellas se sentirán llenas de amor por Jesús y María, al leer estas páginas ardientes que escribió, en el fervor de su oración, el




[1] 1 Corintios II, 14.

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PREFACIO

hombre de Dios que no perdía jamás de vista la presencia de nuestro divino Salvador y de su Santa Madre: Ellas no se detendrán a criticar ciertas expresiones, que tal vez desagraden a la delicadeza mundana; tanto se ha dicho de ciertos giros de frases que no era posible cambiar sin perjuicio del carácter propio de este tratado, más bien dictado por el corazón que por el espíritu de su autor. Sin embargo, se está en la persuasión de que este pequeño trabajo dará una idea de la rectitud del entendimiento y de la verdadera elocuencia del virtuoso Misionero.

Además, lo que nos releva hoy de hacer ningún elogio, es la solicita acogida que los fieles de todas las clases han dado ya al Tratado de la verdadera Devoción

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DEL EDITOR FRANCES

a la Santísima Virgen, y nótese que no es solo en Francia, sino que esta obra piadosa se ha hecho popular en las naciones vecinas.

El R. P. Faber, antes de morir, ha querido dotar con ella a la Inglaterra, su patria. Este sabio religioso, tan conocido por sus numerosos trabajos de perfección, ha tomado el trabajo de traducir por sí, y con escrupulosa exactitud, el libro de la verdadera devoción. A continuación, daremos el prefacio que ha colocado al frente de la edición inglesa y que hemos traducido lo más literalmente que hemos podido. Aunque sea un poco largo no hemos creído deber recortarlo en nada. Recomendamos a todos los fieles su lectura. En él verán con agrado la singular estimación,

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PREFACIO

o mejor dicho, el profundo respeto que el R. P. Faber profesaba al Venerable Padre de Montfort y a sus escritos, el extraordinario aprecio que especialmente hacía del Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima  Virgen, y el ardiente celo que demostraba por la propagación del culto de María.

XXIX



PREFACIO
DEL R. P. FREDERICK WILLIAM FABER

TRADUCIDO LITERALMENTE DE LA SEGUNDA EDICION INGLESA DEL TRATADO DE LA VERDADERA DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

En 1846 o 1847 fue cuando por vez primera estudié en San Wilfrid, la vida y el espíritu del venerable Grignion de Montfort. Hoy, después de más de quince años, me será permitido decir que los que lo tomen por su maestro, difícilmente encontrarán un Santo o un escritor ascético que cautive más que él su inteligencia, por su gracia y su espíritu. No podemos llamarle Santo aun, pero la causa de su beatificación está tanto y tan felizmente adelantada, que

XXX

PREFACIO

no tendremos mucho que esperar antes de que sea colocado en los altares. Pocos hombres hay en el siglo XVIII que tengan más fuertemente grabadas sobre sí las señales del hombre de la Providencia, que este otro Elías, Misionero del Espíritu Santo y de María. Toda su vida fue una manifestación tal de la santa locura de la cruz, que sus biógrafos convienen en colocarle al lado de San Simeón Salus y San Felipe de Neri. Clemente XI le hizo misionero apostólico en Francia, a fin de que consagrase su vida a combatir el Jansenismo, tan dañino para la salvación de las almas. Desde las Epístolas de los Apóstoles, difícil seria encontrar palabras tan ardientes como las doce páginas de su oración para los misioneros de su

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DEL R. P. F. W. FABER

compañía. [1] A todos los que en medio de sus numerosas pruebas les cuesta trabajo conservar los primeros fuegos del amor de las almas, les recomiendo su inmediata lectura. Simultáneamente era perseguido y respetado en todas partes, El número de sus obras, de la misma manera que el de las de San Antonio de Padua, es talmente increíble e inexplicable. Ha escrito algunos tratados Espirituales, que han producido notable influencia en la Iglesia, desde los pocos años que hace que se conocen, y están llamados a ejercer mucha mayor influencia en los años venideros. Sus predicaciones, sus escritos y su conversación estaban impregnadas de profecías





[1] Esta preciosa oración se halla al fin de la obra.

XXXII

PREFACIO

y de previsiones sobre los últimos siglos de la Iglesia. Se adelanta cual otro San Vicente Ferrer, y como si se hallase en los días próximos al juicio final, proclama, que de parte de Dios trae, el mensaje auténtico de un honor mayor, de un conocimiento más extenso y de un amor más ardiente por María, así como también de la íntima unión que tendrá Ella con el segundo advenimiento de su Hijo. Ha fundado dos Congregaciones religiosas una de hombres y otra de mujeres que se hallan muy prósperas. Y sin embargo murió a los 43 años, en 1716 después de solo diez y seis años de sacerdocio.

El 12 de mayo de 1853 se ha pronunciado en Roma el decreto que declara

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DEL R. P. F. W. FABER

sus escritos libres de todo error que pudiera oponerse a su canonización. En este tratado sobre la verdadera devoción a la Santísima Virgen ha escrito estas palabras proféticas: «Preveo claramente que han de venir bestias enfurecidas para destrozar con sus dientes diabólicos este pequeño escrito que le fue inspirado por el Espíritu Santo, o al menos para enterrarlo en el silencio de un cofre, a fin de que no aparezca.»

A pesar de eso, profetiza a la vez su aparición y su éxito. Todo esto se ha cumplido al pie de la letra. El autor murió en 1716 y como por casualidad se ha encontrado este tratado por uno de los curas de su Congregación, en Saint Laurent sur Sevre, en 1842. El Superior de entonces pudo atestar que

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